viernes, 6 de septiembre de 2013

Cuando me corte con un alambre de pua

CUANDO ME CORTE CON EL ALAMBRE DE PUA








Hola a todos, espero y se encuentren bien. Esta vez les contare de cuando me corté la espalda con un alambre de púa.  Pues resulta que era temprano en el año escolar, todos los alumnos eran recién egresados de la primaria, menos yo.  Este era mi segundo intento en primero de secundaria, el primer año lo perdí por que… bueno, eso lo dejamos para otra historia. Además en la primaria yo repetí el cuarto grado, pero no porque fuera burro; ¡si yo me acuerdo que contesté todas las preguntas del examen final bien! Lo que pasa es que yo creo que como era un muchachito muy bonito y educadito, la maestra me quería tener en su grupo por un año mas y fue así que me puso un 4 de calificación y tuve que repetir el cuarto grado, de lo cual no me arrepiento, pues yo creo que el cuarto grado es el más bonito de la primaria y si valió la pena repetirlo. El caso es que para cuando yo entré a primero de secundaria ya era dos años mayor que la mayoría de los demás alumnos lo cual hacia que me viera más grande y por lo tanto mis compañeros pensaban que era bueno para los deportes y siempre trataban de meterme en sus equipos, a lo cual yo siempre me negaba.  Pero una vez me convencieron de que jugara básquet ball con ellos. Yo nunca había jugado básquet de verdad , yo creo que ningún deporte fue hecho para mí, lo único en lo que destacaba era bala y disco y eso no muy bien. Pues resulta que durante el juego y después de correr de una orilla a la otra como loco por un buen tiempo y sin lograr siquiera tocar el balón para nada, a alguien se le ocurrió pasarme la pelota, la tome con las dos manos muy emocionado y trate de salir corriendo botando la pelota igual como lo hacían todos. Solo que yo no tenía ni idea de lo que hacía en ese momento y al tirar la bola al suelo traté de salir corriendo al mismo tiempo y la pelota me pego en la punta del pie, en vez de rebotar hacia arriba la pelota salió rodando a gran velocidad y se pasó por un hueco que había en los truenos que marcaban la orilla del camino de entrada a la escuela. Para los que no saben que son los truenos; los truenos son unos arbustos que crecen muy frondosos y que en algunos lugares se usan como cerca para delinear caminos, patios etc. Los podan cuadraditos muy bonitos y los detienen con unos postes y un alambre de púa. Ahí fue donde estuvo el problema, en el alambre de púa. Cuando la pelota se cruzó para el otro lado por el hueco, yo todo avergonzado por la jugada que acababa de hacer en la cancha, Salí corriendo para traer la pelota y al querer cruzar por el mismo hueco que la pelota, no me agaché lo suficiente y me enterré una de las púas del alambre en la espalda, me hiso una cortada como de diez centímetros de largo por uno y medio de profundidad en mero en medio de la espalda. Cuando me enderecé en el otro lado de los truenos comencé a sentir como la sangre me comenzaba a correr por en medio desde arriba hasta las piernas. Regresé con el balón al otro lado y me levante la camiseta para que un compañero me dijera que me había pasado, cuando me vio la cortada gritó bien asustado que me tenían que llevar a la prefectura. A mí no me dolía mucho y no le creí que fuera tan grave como él decía, pero de todas formas fuimos a la prefectura. Ahí me sentaron en una silla y me comenzaron a lavar la herida con alcohol, ahí fue cuando supe lo que era el dolor. Algunos compañeros se amontonaron para ver que tenia y todos al ver la herida hacían gestos y gemidos de asombro, como si se me vieran los pulmones. Eso hacía que me pusiera muy nervioso y comencé a sudar frio, entonces llegó uno que si se pasó de lanza y comenzó a decir; ¿Qué es eso blanco que se le mira? ¡Parece hueso! ¡No!, dijo otro compañero creo que es la columna Es pura manteca, dijo otro. A todo esto yo estaba ya demasiado asustado y nervioso y me imaginaba lo peor. Entonces fue cuando me desmayé. Para los que nunca se han desmayado les voy a explicar más o menos que se siente; primero se comienza a sentir como un hormigueo por todas las venas, como si subiera y bajara. Después comienza uno a ver puntitos blancos y amarillos parecido a las televisiones de antes cuando no hay señal.  Cuando estaba sintiendo todos esos síntomas del desmayo, pude oír a mis compañeros que todos asustados decían: ¡se va a desmayar! ¡Échenle agua! Después de que me desmayé alguien me vacio un jugo frutsy en la cabeza y me despertó. ¡Hay que llevarlo al doctor! Dijo el prefecto, ya un poco preocupado de que me hubiera desmayado. ¿Pero en que lo llevamos? Preguntaron los compañeros que estaban amontonados viendo el espectáculo que yo les estaba dando. Fue cuando una alumna de tercer grado que también estaba ahí dijo que ella traía su camioneta y que ella se ofrecía voluntaria para llevarme al pueblo. Para los que no conocen mi escuela déjenme les cuento que nuestra escuela secundaria técnica se encuentra a unos cuatro kilómetros de retirado del pueblo y a los alumnos nos traían y llevaban en autobuses escolares, aunque había algunos alumnos que iban en sus propias camionetas. Pues me fui a subir a la troca de la compañera de tercer grado. ella se subió al volante y yo en el lado del pasajero, iba todo adolorido. Ya cuando estábamos por arrancar llegaron otras cuatro alumnas que eran muy amigas de ella y se subieron también en la cabina para ir con ella al pueblo, no les importó que fuera yo herido de gravedad. Unas se sentaron arriba de mí, otras en los lados y una pierna por en medio, otra por abajo y ya se imaginaran como iba el pobrecito de mí. Y luego con el calor que hacía y yo todo apachurrado por alumnas de tercer grado, yo siendo solo un chiquillo de primero. Comencé a sudar frio de nuevo y a mirar puntitos amarillos y blancos y creo que fue ahí donde me desmayé por segunda vez. Llegamos a la clínica y me bajee de la troca todo atarantado creo que por el calor que hacia ese día, me metí a la clínica. Me lavaron muy bien la herida, me cocieron y me dieron unas pastillas de antibióticos para prevenir la infección. Dijo el doctor; ya te puedes regresar a la escuela. Cuando Salí de la clínica ya no estaban las muchachas de la troca y no se miraban por ningún lado, entonces no me quedó más remedio que regresarme caminando hasta la escuela. Cuando entre a la escuela, enseguida llegaron también las muchachas de la troca. Pensé yo que mal que caminé cuatro kilómetros para llegar al mismo tiempo que ellas. ¿Dónde hondarían? Quién sabe, el caso es que ya nunca más me quedaron ganas de jugar al básquet. Bueno amigos hay les deje otra de mis historias que aunque no fue muy divertida, si se me quedo grabada en mi mente para siempre. Espero no se hallan aburrido pues esta estuvo un poquito más larga. ¡Hasta la próxima! 




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