lunes, 23 de septiembre de 2013

La vez que rescate un loco


La vez que rescaté a un loco.

Hola a todos. En esta ocasión les voy a contar de cuando rescaté a un loco de morir ahogado en el canal revestido. Pues resulta que cuando estaba yo en segundo grado, por las tardes después de salir de la escuela me iba a trabajar en el desahíje del algodón, esto con el fin de ganarme un dinerito y así poder comprar las botas vaqueras que tanto me gustaban. Era mucho trabajo y mucho sacrificio pues pasaba hambres y tenía que caminar algunos kilómetros por la orilla del canal. Ya había estado haciendo la misma faena por una semana completa cuando un día me pasó que Salí de la escuela y como siempre me fui caminando por el bordo del canal revestido, era primavera y no hacía mucho calor aun pero ni tampoco frio, me fui caminando a paso apurado pues quería avanzarle a la faena, ya solo me faltaban 3 días para acabalar para esas botas de piel de mula que tanto me habían gustado del Centro Ranchero del mercado Juárez en Delicias. Llegué al pozo del arroyo seco y me detuve a tomar agua, en ese pozo el agua salía fresca y muy cristalina, era un deleite beber de esa agua. Después de refrescarme un poco en el poso me regrese al camino por el lado de las parcelas en el canal revestido. Ya para llegar al sifón, para los que nunca se fijaron; en el arroyo seco, el canal revestido cruza por debajo del arroyo. Ósea que hay un túnel donde el agua se resume en un lado del arroyo y surge de nuevo en el otro y se forma un sifón invertido. Pues a según me aproximaba al sifón, pude ver como un individuo se aferraba a una rama que colgaba desde adentro del canal, se estaba casi ahogando y lo peor era que si se soltaba de la rama se lo chuparía la corriente para abajo del arroyo y se ahogaría de seguro. Entonces corrí rápido y busque una rama larga de árbol para que el señor se agarrara de ella y así poder sacarlo del canal, le arrimé la rama que yo pensaba que era de árbol, pero me di cuenta que era de mezquite cuando el señor al agarrarla se clavo una espina en la mano e hizo una cara de dolor que hasta miedo me dio. Lo bueno que no tenía muchas espinas y el señor pudo agarrar la rama sin espinarse más. Después de mucho esfuerzo y batallar contra la corriente, logre sacarlo. Lo primero que hizo el señor fue sacarse la espina que aun tenía clavada en su mano, después se me arrimó con los brazos extendidos y yo pensé que me quería abrazar de agradecimiento, yo extendí mis brazos para corresponder a su gratitud, pero él me agarró del cuello tratando de estrangularme con todas sus fuerzas, el tipo tenía una fuerza descomunal y yo no podía comprender que estaba pasando. Mil cosas pasaron por mi mente en fracción de segundos. Quizás se enojó por la espinada de la mano, o se enojó porque no quería que lo sacara y su instinto lo obligo a aferrarse a la rama, o quizás era un hijo de su pin------- ma------ mal agradecido sicópata que solo pensaba en matar gente buena, el caso es que ya el aire me estaba faltando y tenía que hacer algo al respecto pues no era fácil soltármele al loco ese que tenía mucha fuerza. Entonces le di un rodillazo en donde más duele (partes nobles) el loco se dobló de rodillas pero no me soltaba, entonces me di vuelta y me tire al suelo a modo que le caí arriba, así fue como me logre soltar, entonces Salí corriendo a toda velocidad y el loco detrás de mí, poco después deje de oír sus pasos y pensé que ya lo había dejado muy atrás, fue cuando piedras comenzaron a pasar por los lados. Estaban grandes y me dio miedo que me fuera a pegar una pedrada en la nuca y corrí más recio, en eso sentí una pedrada en la pura espalda. El loco había logrado dar en el blanco, corrí mas recio y al fin logre dejarlo atrás, cuando al fin me detuve para recobrar el aliento, lo pude mirar que seguía haciendo señas como muy enojado, ¡guau! Pensé, este loco quien sabe qué enfermedad de la cabeza tendrá, si nomas me descuido me mata. Entonces seguí mi camino y me puse a trabajar. Ese día no le avancé mucho a la faena por el dolor de la pedrada en la espalda. Ya en la tarde de regreso, me fui por otro camino para evitar encontrarme con el loco esa otra vez. Nunca más lo volví a mirar por la región, quizás el no era de por ahí, el caso es que termine mi trabajo un día tarde, pero me compre unas botas de piel de mula color vino preciosas, que me gustaría comprar otras. Bueno pues hay quedo otra de mis historias de cuando estaba en la escuela secundaria… ¡que tengan un bonito día! 

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