Cuando me Salí
de primero
En mi
historia de vaqueros les prometí que les contaría de por qué perdí el primer año
de secundaria. Cabe mencionar que la semana pasada mientras asistía a una boda
en Texas me encontré a la maestra Carrera de ciencias naturales, ella fue la
que se acercó a saludar y entablamos una conversación muy amena que duró algún
rato. Le dije los elementos de la tabla periódica
y los pasos del método científico, esto para que viera que yo tenía muy buena
memoria, pues la última vez que mire a la maestra hacia ya como 28 años.
Después me dijo que muchos ex alumnos de ella se acordaban también, eso debido
a los métodos de enseñanza que ella utilizaba. Si debe ser, pensé yo. Pues me
acuerdo como nos decía la clase con un tono que parece que aun resuena en mi
cabeza. ¡Experimentación!!!! Y ¡leyyyyy!!!! Si, ¡con un chorro de signos de
exclamación para que no se nos olvidase ni en esta vida ni en la otra! Después de un rato de charla amena yo dudé que
se acordara de mí como lo dijo cuando me saludó, entonces le pregunté. Maestra, ¿Deberas si se acuerda usted de mí?
-¡por supuesto que me acuerdo de ti! Me contestó con un tono que hasta me
estremeció, y en ese preciso instante mi mente se remontó 28 años atrás cuando
yo era su alumno de primero. El año
transcurría normalmente e íbamos como a la mitad del año escolar, la maestra se
las averiguaba para que no se nos olvidara nada de lo que nos enseñaba. Me
acuerdo que a veces se me afiguraba como que se pasaba de autoritaria al hablarnos
fuerte cuando nos corregía, pero pensaba; es por nuestro propio bien y seguíamos
adelante. Me acuerdo que esos tiempos
eran duros y los que éramos hijos de jornaleros teníamos muchas carencias, y
las clases sociales se notaban bastante bien en la escuela. Me acuerdo que
algunos que eran hijos de agricultores hasta manejaban sus propios autos a la
escuela, los que eran hijos de empleados de gobierno, como los que trabajaban
en la secretaria de recursos hidráulicos o los que eran hijos de maestros, esos
tenían más prestaciones y beneficios que los que éramos solo hijos de jornaleros,
yo me juntaba con un compañero que su papá trabajaba en ferrocarriles
nacionales y me contaba que los sábados iban a surtir la despensa a una tienda
que se llamaba tienda del ISSTE y que ahí les hacían muchos descuentos y que su
mamá les compraba cosas que yo solo en los anuncios de la tele miraba. Me
gustaba que me platicara de todas esas cosas llamadas jamón, tocino, salami,
pastrami y un montón de cosas que terminan en ami. Además de yogurt, flan, y
muchos dulces y golosinas. Mientras que a nosotros lo que nos compraban eran
galletas de animalitos y populares. Eso me recordaba mucho un cuento que venía
en los libros de la primaria, algunos de ustedes se han de acordar. Se llamaba;
“El ratón del supermercado y sus primos del campo” se trataba de un ratón que
vivía en un supermercado y se la pasaba comiendo de todo un poco, y un día fue
a visitar a sus amigos del campo. Estos muy humildemente le dieron de comer
maíz del granero y agua, al ratón del súper no le gustó muy bien y comenzó a
contarles de todas las delicias de las que el disfrutaba en el súper. Les contó
de las carnes frías, los dulces, los quesos de todos tipos y los deslumbró
tanto que se fueron a visitarlo un día, y en ese día arrasaron con todo el
supermercado y el dueño los fumigó al día siguiente y creo que la moraleja era;
donde come uno comen dos y hasta tres, pero no cien. O algo así, el caso es que
ya me Salí un poco del tema. Regresando a la clase de naturales, un día nos
dijo la maestra; ¡haremos flores de migajón!!!! Y si, lo dijo con muchos signos
de admiración para que no se nos olvidase ni en esta vida ni en la otra. Nos enseño
unas que habían hecho un año atrás y se veían perronas, no lo voy a negar.
Pero… ¿Qué tenía que ver ciencias naturales con manualidades? No lo sé, Pero así fue. Nos juntamos por
equipos y nos repartió los ingredientes. A mí me tocó llevar crema para las
manos, a Cesar pan bimbo, a otro
compañero alambres forrados de hilaza y así a cada uno nos tocó llevar algo. A
Cesar le tocó pan bimbo y me acuerdo que me dijo; ¿no jalará con tortillas? El
pan bimbo nomas lo usamos para hacer sándwiches cuando hay pelea de box en los sábados.
Jajaja me reí y le dije; a mí me tocó llevar crema pa las manos y en mi casa
nomas usamos el “cerato” para los que no saben o no se acuerdan, el cerato es
una crema de fabricación cacera muy eficaz para la resequedad y las grietas de
las manos y los pies. No recuerdo la
receta, pero incluía; cera de abeja, gasolina blanca, aceite de transformador y
un montón de hierbas y otras brujerías que no me acuerdo. ¡Ah! Pero que bien funcionaba.
Pues se llegó el día y le dije a mi mama
que necesitaba un tarro de crema para las manos para un trabajo de la escuela y
me dijo; llévales el cerato. Jajaja,
como bromeando. Después me dijo; ve a la tienda de doña Esperanza y pídele un
tarro de crema fiado, dile que el sábado se la pagamos. Así lo hice y me fui a la tienda. Me acuerdo
que me dio un tarro grande de una crema barata de color rosa que era muy
popular en las casas, era la que todos usaban y claro, era la más barata. Al día
siguiente me presente en la clase de naturales muy contento con mi tarrito de
crema, ¡había cumplido! La maestra comenzó a checar equipo por equipo y los
evaluaba. Cuando llegó a mi equipo comenzó a pedir los ingredientes y me tocó a
mí darle la crema. La tomó en su mano, la miro un rato y luego me dijo;
¡teatrical!!!!! ¡Esta no sirve para nadaaa!!!!! Y si, con muchos signos de
admiración para que no se me olvidase ni en esta vida ni en la otra. Me la puso
en la mano de una manera que yo creo que exageré un poco al tomar la decisión
que tomé en ese momento. Tomé mi tarrito de crema, me fui a mi pupitre y recogí
mi mochila. Me despedí de algunos de mis amigos y me fui para mi casa, le dije
a mi papá que ya no quería ir a la escuela y le eché toda la culpa a la
maestra. Bueno, si no quieres ir a la escuela entonces te alistas mañana
temprano para que te vayas con nosotros a trabajar a la labor, me dijo mi papá.
Así fue como me Salí de primero y me dedique a trabajar todo el resto del año.
Esa fue una decisión muy fuerte que tomé en ese momento, pero de lo único que
me arrepiento es de haber culpado a la maestra carrera, yo se que de haberle
dicho mi situación ella hubiera comprendido y algo hubiera echo al respecto.
Ese año que perdí no lo perdí de verdad porque ayude a mis padres económicamente
en tiempo de crisis, al año siguiente las cosas estaban mejor y me regresé de
nuevo a primero. La maestra Carrera ya no estaba en la escuela. Hoy que
platique con ella después de 28 años me hubiera gustado platicarle todo esto
pero no pude. Cuando ya me despedí de ella me quede pensando… ¿de veras si se acordará
de mi? Como me aseguró cuando dijo; ¡por supuesto que me acuerdo! La verdad que
prefiero no oír su versión de los hechos. Me di la vuelta y pensé; Que DIOS bendiga a la maestra. Y me fui.
¡SALUDOS AMIGOS! ¡Hasta la próxima!