miércoles, 30 de octubre de 2013

Flores de Migajon




Cuando me Salí de primero

En mi historia de vaqueros les prometí que les contaría de por qué perdí el primer año de secundaria. Cabe mencionar que la semana pasada mientras asistía a una boda en Texas me encontré a la maestra Carrera de ciencias naturales, ella fue la que se acercó a saludar y entablamos una conversación muy amena que duró algún rato.  Le dije los elementos de la tabla periódica y los pasos del método científico, esto para que viera que yo tenía muy buena memoria, pues la última vez que mire a la maestra hacia ya como 28 años. Después me dijo que muchos ex alumnos de ella se acordaban también, eso debido a los métodos de enseñanza que ella utilizaba. Si debe ser, pensé yo. Pues me acuerdo como nos decía la clase con un tono que parece que aun resuena en mi cabeza. ¡Experimentación!!!! Y ¡leyyyyy!!!! Si, ¡con un chorro de signos de exclamación para que no se nos olvidase ni en esta vida ni en la otra!  Después de un rato de charla amena yo dudé que se acordara de mí como lo dijo cuando me saludó, entonces le pregunté.  Maestra, ¿Deberas si se acuerda usted de mí? -¡por supuesto que me acuerdo de ti! Me contestó con un tono que hasta me estremeció, y en ese preciso instante mi mente se remontó 28 años atrás cuando yo era su alumno de primero.  El año transcurría normalmente e íbamos como a la mitad del año escolar, la maestra se las averiguaba para que no se nos olvidara nada de lo que nos enseñaba. Me acuerdo que a veces se me afiguraba como que se pasaba de autoritaria al hablarnos fuerte cuando nos corregía, pero pensaba; es por nuestro propio bien y seguíamos adelante.  Me acuerdo que esos tiempos eran duros y los que éramos hijos de jornaleros teníamos muchas carencias, y las clases sociales se notaban bastante bien en la escuela. Me acuerdo que algunos que eran hijos de agricultores hasta manejaban sus propios autos a la escuela, los que eran hijos de empleados de gobierno, como los que trabajaban en la secretaria de recursos hidráulicos o los que eran hijos de maestros, esos tenían más prestaciones y beneficios que los que éramos solo hijos de jornaleros, yo me juntaba con un compañero que su papá trabajaba en ferrocarriles nacionales y me contaba que los sábados iban a surtir la despensa a una tienda que se llamaba tienda del ISSTE y que ahí les hacían muchos descuentos y que su mamá les compraba cosas que yo solo en los anuncios de la tele miraba. Me gustaba que me platicara de todas esas cosas llamadas jamón, tocino, salami, pastrami y un montón de cosas que terminan en ami. Además de yogurt, flan, y muchos dulces y golosinas. Mientras que a nosotros lo que nos compraban eran galletas de animalitos y populares. Eso me recordaba mucho un cuento que venía en los libros de la primaria, algunos de ustedes se han de acordar. Se llamaba; “El ratón del supermercado y sus primos del campo” se trataba de un ratón que vivía en un supermercado y se la pasaba comiendo de todo un poco, y un día fue a visitar a sus amigos del campo. Estos muy humildemente le dieron de comer maíz del granero y agua, al ratón del súper no le gustó muy bien y comenzó a contarles de todas las delicias de las que el disfrutaba en el súper. Les contó de las carnes frías, los dulces, los quesos de todos tipos y los deslumbró tanto que se fueron a visitarlo un día, y en ese día arrasaron con todo el supermercado y el dueño los fumigó al día siguiente y creo que la moraleja era; donde come uno comen dos y hasta tres, pero no cien. O algo así, el caso es que ya me Salí un poco del tema. Regresando a la clase de naturales, un día nos dijo la maestra; ¡haremos flores de migajón!!!! Y si, lo dijo con muchos signos de admiración para que no se nos olvidase ni en esta vida ni en la otra. Nos enseño unas que habían hecho un año atrás y se veían perronas, no lo voy a negar. Pero… ¿Qué tenía que ver ciencias naturales con manualidades?  No lo sé, Pero así fue. Nos juntamos por equipos y nos repartió los ingredientes. A mí me tocó llevar crema para las manos, a Cesar pan bimbo,  a otro compañero alambres forrados de hilaza y así a cada uno nos tocó llevar algo. A Cesar le tocó pan bimbo y me acuerdo que me dijo; ¿no jalará con tortillas? El pan bimbo nomas lo usamos para hacer sándwiches cuando hay pelea de box en los sábados. Jajaja me reí y le dije; a mí me tocó llevar crema pa las manos y en mi casa nomas usamos el “cerato” para los que no saben o no se acuerdan, el cerato es una crema de fabricación cacera muy eficaz para la resequedad y las grietas de las manos y los pies.  No recuerdo la receta, pero incluía; cera de abeja, gasolina blanca, aceite de transformador y un montón de hierbas y otras brujerías que no me acuerdo. ¡Ah! Pero que bien funcionaba.  Pues se llegó el día y le dije a mi mama que necesitaba un tarro de crema para las manos para un trabajo de la escuela y me dijo;  llévales el cerato. Jajaja, como bromeando. Después me dijo; ve a la tienda de doña Esperanza y pídele un tarro de crema fiado, dile que el sábado se la pagamos.  Así lo hice y me fui a la tienda. Me acuerdo que me dio un tarro grande de una crema barata de color rosa que era muy popular en las casas, era la que todos usaban y claro, era la más barata. Al día siguiente me presente en la clase de naturales muy contento con mi tarrito de crema, ¡había cumplido! La maestra comenzó a checar equipo por equipo y los evaluaba. Cuando llegó a mi equipo comenzó a pedir los ingredientes y me tocó a mí darle la crema. La tomó en su mano, la miro un rato y luego me dijo; ¡teatrical!!!!! ¡Esta no sirve para nadaaa!!!!! Y si, con muchos signos de admiración para que no se me olvidase ni en esta vida ni en la otra. Me la puso en la mano de una manera que yo creo que exageré un poco al tomar la decisión que tomé en ese momento. Tomé mi tarrito de crema, me fui a mi pupitre y recogí mi mochila. Me despedí de algunos de mis amigos y me fui para mi casa, le dije a mi papá que ya no quería ir a la escuela y le eché toda la culpa a la maestra. Bueno, si no quieres ir a la escuela entonces te alistas mañana temprano para que te vayas con nosotros a trabajar a la labor, me dijo mi papá. Así fue como me Salí de primero y me dedique a trabajar todo el resto del año. Esa fue una decisión muy fuerte que tomé en ese momento, pero de lo único que me arrepiento es de haber culpado a la maestra carrera, yo se que de haberle dicho mi situación ella hubiera comprendido y algo hubiera echo al respecto. Ese año que perdí no lo perdí de verdad porque ayude a mis padres económicamente en tiempo de crisis, al año siguiente las cosas estaban mejor y me regresé de nuevo a primero. La maestra Carrera ya no estaba en la escuela. Hoy que platique con ella después de 28 años me hubiera gustado platicarle todo esto pero no pude. Cuando ya me despedí de ella me quede pensando… ¿de veras si se acordará de mi? Como me aseguró cuando dijo; ¡por supuesto que me acuerdo! La verdad que prefiero no oír su versión de los hechos. Me di la vuelta y pensé;  Que DIOS bendiga a la maestra. Y me fui. ¡SALUDOS AMIGOS! ¡Hasta la próxima!

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